Las emociones llegan donde el Management no puede

Las emociones llegan donde el Management no puede

Hace un tiempo que la ciencia ha aceptado la importancia de las emociones. Nuestras emociones y sentimientos son determinantes en nuestra calidad de vida, y esto se extiende a las organizaciones.

Todos tenemos la aptitud para nuestro desarrollo emocional, sin embargo es una habilidad a desarrollar, como pueda ser la escritura. Nacemos analfabetos emocionales, y si no le ponemos remedio nos quedaremos igual de analfabetos. 

El inconveniente de obviar nuestro crecimiento emocional, es que tiene un coste, en tus relaciones, en tu trabajo, y en tu relación contigo mismo.

Con las organizaciones, en los equipos, sucede exactamente igual. En éstos gestionar las emociones se hace crítico.

Sin embargo, desde el entorno profesional se puede tender a penalizar la emocionalidad, se juega al camuflarla o evitarla, porque no resulta nada profesional.

Una organización que quiera crecer y superarse a sí misma, al igual que las personas, deberá contabilizar y capitalizar sus emociones.

Imagen tomada del artículo “Empresas con marca 360º”

¿Cómo gestionar la emocionalidad de los equipos?

Podemos empezar por crear espacios de libre expresión. Para ello, es necesario perder el miedo a ser juzgados.

Si no nos podemos expresar con libertad, no hay confianza. Sin confianza no nos expresamos, ni decimos lo que tenemos que decir, ni sentamos unas claras reglas del juego en equipo.

¿Y si no lo hacemos?

Obviar las emociones puede tener consecuencias:

  • A nivel operativo, se puede perder información relevante para el funcionamiento del equipo, lo que incidirá en los resultados.
  • A nivel relacional, sin libertad de expresión entramos en el juego del “postureo”, que inhibe la cooperación y el deseo de compartir.
  • En un nivel de pensamiento, puede influir en la imagen que tenemos del propio equipo, y esto también se relaciona con sus resultados. Ya que el equipo alcanzará todo el éxito que su propia autoimagen pueda admitir. Es una cuestión de expectativas.

Los equipos son permeables a las emociones, y a lo que te resistes, persiste.

Gracias por leerme.

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